Hace unas cuantas horitas les hemos dado pal pelo a los argentinos ganándoles en sus narices nuestra tercera ensaladera.
Ha sido una eliminatoria vibrante, de esas que hacen afición.

Les voy a hacer una confesión: nunca he podido ver a Feliciano López. Siempre me ha parecido un pijo con raqueta con menos luces que un cuarto de revelado. Cada vez que lo veía jugar me venía a la mente una mezcla de Guti y de Alejandra Prat. O sea, -y nunca mejor dicho- un clon de niños pijos.

Sin embargo en esta eliminatoria, Feliciano ha sido el jugador clave ganando a Del Potro y ganando el dobles. Y para mí desde hoy se ha ganado mi respeto. -Como jugador de tenis, ojo-

Siguiendo con el análisis de la serie, Verdasco ha ganado hoy su partido por agotamiento del rival.

Algunos dirán que hablo a toro pasado, pero aun cuando Acasuso ganó su segundo set, yo seguía convencido de que Verdasco iba a ganar viéndole la cara. Por si no lo saben, el tenis es un deporte en el que la concentración es absolutamente fundamental. El argentino por cierto le ha puesto ganas, pero un finalista de Davis no puede permitirse jugar únicamente con la derecha y con el saque. Y es que el revés de Acasuso era inexistente.

Dadas las enhorabuenas pertinentes y las gracias por haberme tenido entretenido un fin de semana, tengo necesariamente que hablar de Argentina y los argentinos.

De verdad, lo mejor de ellos, sus jugadores, que han peleado hasta la extenuación y que tienen una mentalidad ganadora similar a la de los balcánicos o los italianos.

Hablando de estos últimos, siempre he pensado -creo que fue jam quien lo dijo- que los argentinos tienen lo peor de los italianos y de los españoles reunidos en una misma persona.

Para mí son una cuadrilla de subdesarrollados que buscan en el deporte lo que no tienen en sus frustradas vidas. Un argentino, un barra brava, podía decirse.

No quiero ofender a nadie. Y pido perdón si lo hago, pero sus gesticulaciones con el brazo me recordaban a los nazis. Sus cánticos, repetitivos y aburridos hasta la extenuación.

Y son además tan imbéciles que van a ver una final de Davis como si fuesen a ver el Boca-River. Recuerdo las finales de España en Barcelona y Sevilla contra Australia y EEUU respectivamente o sin ir más lejos, la última semifinal en Las Ventas de nuevo contra los hijos de Obama: El público animó como un jugador número seis, pero siempre desde el máximo respeto al rival. Yo soy aficionado pasional. Ellos son fanáticos ignorantes.

Ojalá me lea algun argentino y me pueda decir que estoy equivocado.Nos vemos en la final de Sudáfrica 2010.